NO SOY NADA SIN TU AMOR

Hace unos días recibí un mensaje que me envió una amiga de la infancia con la cual tengo un contacto muy cercano, y me dijo…quiero que veas este video..                                                                                                                                                           Es difícil expresar la cantidad de emociones que las palabras de Patricia Faur, Psicóloga argentina, me hizo sentir al oírla.                                                                                                     Lo primero que hice, incluso sin pensarlo fue contactarla, y recibí una respuesta casi inmediata.

Creo que es muy importante compartirlo con ustedes, porque aun cuando no nos afecte directamente, siempre vamos a tener alguien cercano a nosotros que si lo este viviendo.

file000919503957SIN TI NO SOY NADA

“Sin ti no soy nada,
una gota de lluvia mojando mi cara
mi mundo es pequeño y mi corazón pedacitos de hielo
solía pensar que el amor no es real,
una ilusión que siempre se acaba
y ahora sin ti no soy nada”

Amaral

Las canciones, las películas y las novelas nos cuentan la historia de mujeres que desdibujan su vida y su propia identidad por amor.  Todos nos emocionamos con el amor romántico. Nos contaron que el amor podía ser pasional, exaltado, impetuoso, imprescindible. Pero también queríamos tener un compañero, que fuera fiel, que nos diera certeza, protección, tranquilidad, seguridad y proyecto. Y que fuera para toda la vida.

Nadie nos contó que todo eso junto no era más que una idealización y que había que renunciar a algo para poder tener una pareja con amor del bueno.

Las dependencias afectivas patológicas (DAP) como se las suele llamar, son formas disfuncionales de vinculación con los demás.

Desde hace muchos años, los psicoterapeutas nos preguntamos por qué motivo algunas personas permanecen aferradas a relaciones amorosas altamente dolorosas en las que impera el desamor, la humillación, la infidelidad, el abandono o una entrega desproporcionada y no recíproca.

La semejanza con la adicción a las sustancias nos hizo entender que había un verdadero componente adictivo: “no puedo vivir con él, pero me muero sin él”. Y entre dolor y dolor la alternativa es quedarse en la relación por si alguna vez se puede volver a experimentar el placer que alguna vez los unió en la etapa inicial del enamoramiento. Una verdadera adicción a la ilusión. “Me quedo porque tal vez vuelva esa sensación que me hizo feliz “

file0001465805005No todas las personas se quedan “enganchadas” en un vínculo que las daña. Muchas de ellas, aunque sea con tristeza o con rabia, se alejan porque esa relación no coincide con lo que querían para sus vidas.

¿Por qué otras se quedan? ¿Les gusta sufrir? ¿Son obstinadas? ¿Son masoquistas?

Nada de eso. Tal vez un poco de obstinación. Pero en realidad los dependientes afectivos tienen una historia que contarnos:

(Texto leído en la librería El Ateneo en la presentación de No soy nada sin tu amor)

Hay un tiempo para ser niños. Un tiempo donde no importa la realidad ni los imposibles. Es tiempo de jugar y de descubrir el mundo. Es tiempo de Reyes Magos y de bicicletas, del ratón Pérez dejando dinero debajo de la almohada cuando se cae un diente.  De pinturitas, de pasteles de cumpleaños, de globos y piñatas, de leche chocolatada.

Es un tiempo en que los adultos se ocupan de los problemas, de las responsabilidades y de los horarios. A ellos les toca frustrarse, a ellos les toca ponerse serios cuando las cosas no salen bien. Ellos son los encargados de proteger, de cuidar, de alimentar, de educar y también de enseñar a separarse y a crecer.

Pero hay niños que no pudieron jugar. Estaban demasiado ocupados con  problemas de  grandes porque los grandes no estaban. O estaban, pero no estaban disponibles o estaban ausentes.

Padres infantiles, adictos, narcisistas, abandónicos, depresivos….la lista sería interminable. Padres imposibilitados para ejercer su función. Ambientes hostiles, violentos, abusivos. Padres que repitieron el mismo drama que habían vivido y que no pudieron hacer otra cosa.

Lo cierto es que esos niños, o alguno de ellos, se hizo cargo y tomó la posta. Ocupó el lugar vacante del adulto cuando aún no estaba preparado para tamaña tarea.

Guardó las pinturitas, no escribió más cartas a los Reyes magos y cumplió todos los años de golpe. Se dedicó a cuidar de sus hermanos, a tratar de entender cómo es eso de la cuota alimentaria y los abogados, a intervenir en las peleas de los mayores, a consolar a una mamá depresiva que no podía levantarse de la cama, a llegar rápido a casa porque papá podía hacer lío con sus borracheras, a ser buen alumno para que lo quieran.

 file0001145097514Los niños adultos crecen con hambre de amor, de cuidado y de amparo. Los psicólogos decimos que fueron niños sobreadaptados.  Sobrecargados de responsabilidad llegaron a la vida adulta haciendo lo que mejor sabían: tratar de ser perfectos para ser queridos. Se convirtieron en hombres destacados, en profesionales exitosos, en  mujeres talentosas.

Pero en el fondo de su alma estaban vacíos. Como no los cuidaron no sabían cuidarse a sí mismos, no sabían de qué manera aprender a quererse y se fueron a buscar a alguien que los complete. No fue un buen negocio. La desesperación lleva a hacer malas elecciones.

Cuando lo encontraban era como sentir que volvían a nacer: el otro les daba identidad, les hacía sentir que eran valiosos. Pero también era una trampa: si el otro les daba existencia también corrían el riesgo de que se la quitara. Por eso, era imprescindible cuidar ese vínculo a cualquier precio para que no se termine.

¿A cualquier precio?¿ Es que no hay límites para el amor? ¿ Qué pasa cuando se trata de una relación destructiva, sin amor, sin proyecto, sin reciprocidad?

Para esos adultos que nunca fueron niños los límites no existen. Aprendieron a ser fuertes y a llevar la carga. Parece no haber nada que no puedan tolerar. Soportan, ceden, aguantan, postergan, reprimen, niegan, se mienten, se callan, se engañan. Y si no funciona aprietan los puños para seguir aguantando un poquito más.

Saben cómo hacerlo. Lo hicieron desde pequeños. Aprendieron muy temprano a renunciar a sus deseos y a sus enojos con tal de ser queridos. Y no  hacen esto porque son buenos, lo hacen porque están desesperados de amor. Y crecieron con la convicción de que si hacían todo lo que el otro quería iban a ser amados.

Ser codependiente , así se denomina a las personas de quienes hablo, es dejar de ser uno mismo para transformarse en aquel que suponemos que el otro quiere que seamos. El codependiente crece con miedo, con vergüenza, con inseguridad, con ansiedad y con agobio.

file0002142617802Muchas personas se quedan rumiando toda la vida su pobre y triste historia. Justifican sus malos amores en su fallida infancia y en lo que sus padres les hicieron o no les dieron.

Y allí se quedan. Congelados. Eternizados en el relato de una historia que se ven condenados a repetir. Repiten en sus relaciones el desamor y se quedan en duelos eternos llorando por lo que les hicieron.

Algunos otros se animan a cambiar. Son los que en su infancia se refugiaron en sus sueños. Son los que cambiaron el relato de sus vidas para poder crecer. Son los esperanzados. Son los militantes del vaso medio lleno. Los que aprovecharon todas las posibilidades que les dio la vida para sacarles el jugo.

Y los que fueron a buscar lo que la vida no les dio. No se quedaron sentados esperando y llorando. Se fueron a mirar en otros espejos y buscaron otros adultos en quienes confiar y que les dieran confianza. Empezaron a construir eso que hoy llamamos resiliencia: la capacidad de transformarse frente a la adversidad y salir fortalecidos del trauma.

OLYMPUS DIGITAL CAMERAPorque siempre hay otros.  El camino de la recuperación no es sencillo, pero el resiliente sabe que no es imposible. Y  por primera vez en la vida empieza a entender que para tener un buen amor, primero hay que ser, hay que existir, hay que dejar de correr buscando afuera lo que hay que encontrar adentro. Hay que llenar el alma para tener algo bueno y auténtico para ofrecer. Porque decir que no, poner ciertas condiciones, respetar los propios valores y fijar los límites también es parte del amor.

Ahora sí, ahora que ya creció, ahora que acepta la realidad, ahora que sabe que los Reyes Magos no existen, ahora que se respeta y se quiere, ahora puede dejar el disfraz de superhéroe.

Ya no tiene que buscar parejas infantiles y problemáticas, ni intentar redimir adictos perdidos, ni cargar mochilas ajenas ni rogar por amor a quien no lo ama, ni esperar que se decida el indeciso o que se acerque el distante.

Ahora puede esperar tranquilo a que llegue el buen amor. Y mientras tanto puede permitirse remolonear un rato en la cama, faltar un día al trabajo sin sentirse culpable, reírse porque tiene ganas, cantar bajo la ducha, hacer un picnic bajo las estrellas y aunque sea por un ratito ser un niño irresponsable y abrir la puerta para ir a jugar.

foto2Patricia Faur

Psicóloga

Docente de la Universidad Favaloro

Autora de Amores que matan, Sospechas verdaderas, Amores fugaces, Estrés Conyugal y No soy nada sin tu amor

http://www.patriciafaur.com.ar

Para bajar los libros de Patricia podemos accesar a www.bajalibros.com                                                                                          o a traves de www.amazon.com

Acerca de fortyplusblog

40+woman, professional known in the mexican fashion world, love to write about travels, fashion, beauty and life. mujer de 40+, reconocida profesional en el medio de la moda mexicana, amo escribir sobre viajes, moda, belleza y la vida.
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10 respuestas a NO SOY NADA SIN TU AMOR

  1. Laure dijo:

    uuf esta fuerte!..

  2. marisaz100 dijo:

    Uffffffffff…fuerte y pegador, felicidades por el tema! Muy necesario

  3. Blanca santa María dijo:

    Excelente !!!

  4. Diana D. dijo:

    Muy buen tema, gracias por compartirlo.

  5. Martha Taboada dijo:

    Buenísimo !! Gracias por compartirlo !!!

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